La Institución Municipal: de administración a gobierno local
Es cierto que los municipios han comenzado a tener más importancia política durante los últimos diez a quince años. Esta revalorización ha sido consecuencia de los procesos de democratización, reformas del Estado, descentralización y desconcentración administrativa, así como de la aplicación de políticas compensatorias para aliviar la pobreza. Aún así, el municipio no está consolidado; con la descentralización se ha fortalecido en aspectos administrativos, pero frecuentemente el traspaso de competencias se ha hecho sin la correspondiente cesión de autoridad efectiva, ni el acceso a recursos financieros adecuados. El proceso de democratización ha creado mecanismos de participación ciudadana y comunitaria, pero con escasa capacidad de respuesta a las necesidades de la población. Los municipios son instituciones generalmente débiles, de poco poder económico, político e ideológico, limitados en su autonomía, autoridad, legitimidad y capacidad de gestión. Y, en muchas ocasiones, con poca claridad sobre su rol en la vida política local. Por todo ello, ¿cuál es el rol de la municipalidad en la vida política local ?, ¿qué funciones tiene que asumir para pasar de una administración a un poder político? En primer lugar, resulta clave una comprensión de la vida local, de manera que tanto los cambios como las innovaciones tengan en cuenta los rasgos culturales y mecanismos de funcionamiento particulares de esa sociedad concreta. La perspectiva de gobierno local abarca no sólo las instancias gubernamentales (municipio, gobierno regional, instancias locales del gobierno central ), sino también a los actores que están fuera de la esfera del Estado: empresariado local, nacional e internacional; partidos políticos, movimientos sociales, ONG, etc. Además, incluye las relaciones oficiales y jurídicas, así como las de carácter informal basadas en la cultura y en la vida política local. Las estructuras administrativas, políticas y sociales no se han adaptado a los cambios en la realidad de los municipios, realidad que se expresa tanto en una economía cada vez más globalizada, como en el empobrecimiento y polarización de la sociedad civil, resultado de los cambios económicos mundiales y del ajuste estructural. Por ello, el desarrollo sostenible del municipio latinoamericano implica una incorporación efectiva de los conflictos sociales y de las demandas emergentes de la ciudadanía en el proceso de toma de decisiones sobre la gestión del desarrollo por parte de la municipalidad. La nueva manera de gestionar estas entidades locales, implica la construcción de un municipio democrático; el pensar de manera estratégica la dimensión política y económica del municipio, considerando su inserción en el ámbito global, nacional, regional, local etc. La gestión de los servicios públicos deben encararse bajo principios de eficacia social y eficiencia administrativa; constituyéndose en una instancia de gobierno que responda a las necesidades sociales que se plantean en su ámbito. El gobierno del municipio implica tener un proyecto de éste, la creación de una visión compartida con los actores públicos y privados, y un compromiso de largo plazo para su ejecución. El ejercicio político por parte de la municipalidad requiere dos aspectos: la ciudadanía y la relación de la municipalidad con las otras instancias del Estado en el ámbito local. a) Ciudadanía Existe una ciudadanía latente que se hace visible en circunstancias particulares: en situaciones limites (como desastres naturales, emergencias locales, crisis políticas, carencias extremas); en las elecciones; en movimientos sociales urbanos; en celebraciones o conmemoraciones patrias, etc. ¿Ahora bien, cómo activar y desarrollar esta ciudadanía? En primer lugar, hay que lograr que las personas se identifiquen positivamente con el lugar donde viven y su historia, de manera que cada habitante se sienta actor o heredero de la misma. En el caso de que esta identificación positiva no exista, hay que comenzar a construirla utilizando los hitos físicos espaciales (plazas, monumentos, espacios públicos etc.), generando una cultura propia a través de campañas, fiestas, eventos, etc. Y, por supuesto, asegurando una dotación básica de bienes y servicios. Con la segunda medida, hay que desarrollar el interés por incidir en la vida del lugar y valorar la satisfacción personal e influencia positiva de la comunidad que puede tener una acción, por pequeña que sea. La municipalidad tiene aquí un rol protagónico, ya que puede propiciar este interés por incidir en la vida local, estableciendo mecanismos de participación (apertura al público de los debates, referéndum municipales, publicidad de las sesiones del concejo, oficina municipal de información, mesas territoriales de coordinación, consejos de participación, promoción de las asociaciones ciudadanas, etc.), donde realmente se otorgue poder a la población en la gestión de los servicios, negociación y realización de actividades conjuntas. En este sentido, no existe tradición y cultura de que una agrupación de base discuta, negocie un proyecto, y llegue a un acuerdo con un concejal o varios de la municipalidad. La municipalidad debe comunicarle a la ciudadanía no sólo sus deberes, sino sus derechos en la gestión, y el ciudadano no sólo ha de votar, sino que ha de ocupar los canales que le posibilitan incidir en el municipio. Por último, el nivel local es un espacio que posibilita la diversidad y la identidad, por tanto su expresión es el pluralismo político e ideológico. La municipalidad ha de ser una fuente impulsora del fortalecimiento de actores políticos no tradicionales, y la posibilitadora de un nuevo campo político para la democracia. b) Relaciones de cooperación entre las municipalidades y el Estado La municipalidad, como parte integrante del Estado y referente territorial para la prestación de los servicios, requiere que los recursos en manos del Estado central (que la coloca en situación de dependencia económica, le quita maniobra política y genera mecanismos clientelares), sean objeto de una reforma fiscal. Esto es, que la descentralización política se acompañe de la descentralización fiscal. El municipio es un lugar de confluencia de los diferentes niveles de gobierno, donde deben articularse intereses y negociar políticas en distintos niveles. Además, no hay que olvidar que muchas de las competencias de las municipalidades son compartidas o concurrentes con otras administraciones, y que las capacidades económicas y de gestión de éstas dependen de la cooperación con otras instancias públicas. Por ello, y con objeto de establecer una gestión racional, se requiere establecer mecanismos de coordinación y cooperación entre las administraciones implicadas, así como programas de solidaridad fiscal que tienen su justificación en el compromiso de las administraciones supralocales para garantizar la prestación de servicios esenciales en un ámbito territorial. La existencia de planes directores de inversiones locales como mecanismo para impulsar la coordinación de todos los sectores implicados en el territorio con las obras y servicios de competencia municipal es, entre otros, un imperativo racionalizador. Solidaridad y autonomía han de ser los principios inspiradores en la gestión de estos planes o instancias para la coordinación. En conclusión, la capacidad de gobernar requiere de un Estado descentralizado que haya traspasado poder real al municipio, y que éste lo ejerza con capacidad de mando y liderazgo, coordinando la toma y ejecución de sus decisiones. Un municipio requiere tener definidas sus prioridades y estrategias y actuar como ámbito de confluencia de los diferentes niveles de gobierno, articulando intereses y negociando políticas de distintos niveles. Ha de ejercer la autoridad y liderazgo para ejecutar políticas, programas y proyectos. La nueva gestión municipal La adaptación de las estructuras administrativas y políticas por parte de las municipalidades al nuevo contexto global, obliga a la modernización y reforma administrativas. Entendidas éstas como medios para solucionar los problemas acuciantes de la mayor parte de la población, que conlleva no sólo la introducción de innovaciones en los métodos de organización, técnicas de gestión, planeamiento de los servicios municipales, y selección y capacitación de recursos humanos. Además, han de tener la finalidad de aumentar la eficacia social en la prestación de los servicios públicos, al objeto de constituir una institución capaz de responder a las necesidades que se plantean en su ámbito. Esta modernización o reforma de la administración consiste en un proceso que toma como punto de análisis el municipio y las demandas de la población. Este proceso o plan de transformación tiene que ir nutriéndose de experiencias participativas con los funcionarios públicos, políticos y ciudadanos, para así llegar al modelo de administración capaz de responder a los retos planteados. Todo este proceso ayuda a establecer los criterios en base a los cuales se adoptarán las decisiones; a fijar las funciones que han de llevarse a cabo por la futura organización; a determinar las modalidades que han de adoptarse para una buena gestión de los servicios públicos; a establecer las relaciones con el ciudadano; y a intervenir en los puntos más críticos que requieran una actuación más inmediata en el municipio. Un elemento muy importante, y que la organización no puede dejar de tener en cuenta, es la forma como se relaciona con los ciudadanos, así como la idea que transmite de la institución, ya que la necesidad de comunicarse con los ciudadanos e informarlos de las ofertas de la administración es un elemento consustancial al ejercicio político de los gobiernos locales. La comunicación y la información forman parte de las estrategias políticas para incrementar las condiciones de calidad de vida de la ciudad. Son necesarias para la igualdad de oportunidades (un elemento de discriminación social es el acceso a la información), para la libertad de elección (no se puede escoger sin información), para la participación ciudadana (conocer es previo a participar), para la transparencia de la gestión municipal (es necesario explicar lo que se hace y por qué se hace). En otro extremo, los gobiernos locales necesitan del feed back comunicativo de los ciudadanos, tanto para conocer permanentemente sus inquietudes como para utilizarlas como instrumento que propicia y facilita la gestión (radios, TV locales, gabinetes de protocolo, plan de marketing). Un ciudadano que opina, se queja, sugiere, es una fuente de información directa del pulso de la ciudad. ¿Qué cambios requiere hacer la municipalidad para transformarse en esta organización capaz de responder a las necesidades sociales que se plantean en su ámbito? Entre otros, se explicitan los siguientes: – Crear una cultura municipal para la innovación y el cambio, que facilite la incidencia de la población en la vida local. Propiciar mecanismos y canales de participación donde realmente se otorgue poder a la gente. – Utilizar el pensamiento estratégico y sus metodologías para plantearse las funciones que debe desarrollar la municipalidad (qué hacer), cómo las debe desarrollar (cómo hacerlo), y a quién han de ir dirigidas las acciones (a quién servir). – Asegurar una dotación básica de bienes y servicios públicos, estableciendo técnicas de productividad e indicadores de gestión para garantizar y medir las funciones que desarrolla la municipalidad. – Constituir equipos motivados de trabajo, especializados, abiertos al aprendizaje y a la comunidad, polifuncionales, y con capacidad de trabajo en equipo. – Propiciar una cultura organizacional que favorezca la cohesión y coordinación del funcionamiento del aparato directivo con el administrativo de la organización, y que esta sintonía tenga un espacio entre la maquinaria burocrática y el nivel de responsabilidad política de la organización. – Articular un compromiso convincente y mantener la confianza de la ciudadanía. La municipalidad ha de lograr un “compromiso sostenido”, ya que los cambios y las innovaciones exigen tiempo y continuidad institucional. – Disponer de información básica del municipio, para emprender una innovación exitosa; es decir, planes físicos, catastros actualizados, informes financieros, manejo de la información, ya que en caso contrario la innovación es difícil. – Plantear obras y proyectos alcanzables y evaluar los resultados con la comunidad (la escala de operaciones es esencial para la consecución de legitimidad). – Ejercer políticas públicas donde se produzca una interdependencia entre la formulación y su ejecución, y donde éstas puedan completar su itinerario. Para la continuidad y la estabilidad de la institución municipal es necesario en los tiempos actuales, tan cambiantes, que las políticas que se diseñen adopten mecanismos donde en su formulación y ejecución se incorpore un permanente proceso adaptativo. Esta transformación de la organización municipal implica que la municipalidad asuma un rol de gobierno, dejando de ser una administración de potestades, y donde la ciudadanía, juntamente con la municipalidad, asuma el rol de crear riqueza para posibilitar un desarrollo local sostenible, donde el gobierno local y la ciudadanía ejerzan corresponsabilidades en el ejercicio del poder municipal. Hasta ahora hemos enfocado el fortalecimiento de la organización municipal desde la óptica de generar institucionalidad, pero faltaría, respecto a la consecución de la modernización de la organización para la eficacia social, el abordar la nueva competencia o función de la promoción económica en el territorio. Esta nueva competencia requiere, desde nuevas maneras de hacer de los equipos municipales, hasta instrumentos de gestión e intervención para su ejercicio. Maneras de hacer e instrumentos que han de posibilitar el acceso a los servicios avanzados a la producción a la pequeña y mediana empresa; la creación o potenciación de un entorno local para el desarrollo; la innovación y difusión tecnológica; la regeneración de la economía local; y políticas de formación de recursos humanos para la formación ocupacional (“aprender a emprender”). ü Los equipos municipales Los equipos municipales tienen que adoptar nuevas maneras de hacer política, basadas en la gestión del territorio y en la concertación de los agentes públicos y privados. Entre otras acciones o intervenciones, les obliga a obtener criterios consensuados sobre el proyecto ciudad, crear concejalías de promoción económica, potenciar el entorno local, establecer órganos de diálogo social y participación para la formación y el empleo, fomentar y potenciar el asociacionismo, así como construir los entes instrumentales necesarios para intervenir en promoción económica territorial y fortalecer el arraigo de los ciudadanos. ü Criterios consensuados sobre el proyecto ciudad La municipalidad tiene que propiciar un proceso donde, mediante los esfuerzos de los ciudadanos, se defina el futuro de la ciudad o municipio, y donde se consiga la implicación de todos los agentes públicos y privados de la ciudad, así como un consenso sobre el modelo de ciudad que se desea y las principales actuaciones que deben emprenderse, así como implicarlos en su ejecución. Este planteamiento de carácter no normativo, basado en la participación, tiene como elemento común identificar o fijar un modelo de ciudad a partir de las potencialidades actuales y futuras de cada una de ellas y, por medio del consenso ciudadano, adoptar las acciones de todo orden y en todos los ámbitos, a fin de colocarla dentro del escenario más favorable de los previsibles. No quiere dejarse que las fuerzas del mercado dicten sus necesidades ni condicionen el futuro de la ciudad, sino que el consenso entre las fuerzas económicas y sociales posibilite el desarrollo según unas premisas claras y bien estructuradas. Este planteamiento constituirá el marco de referencia para las actividades públicas y privadas y, por tanto, asignará objetivos comunes en todo el territorio a las instituciones públicas y a los agentes económicos y sociales que en él operan. Estos objetivos abarcan la educación, la contaminación acústica y atmosférica, la coordinación institucional, las infraestructuras, usos de suelo, etc. Estos criterios consensuados posibilitan que la institución municipal pueda adecuar su política a las necesidades y aspiraciones de la población en aspectos tan diversos como la política urbanística, la promoción económica, la cultura e identidad ciudadana, la mejora de la calidad de vida y el fomento de la participación. ü Concejalías de promoción económica El asumir por parte de las municipalidades nuevos temas como la formación y la ocupación para el empleo, significa asumir también una necesaria especialización técnica en materias de promoción económica y fomento de la ocupación. La política local de formación, orientación e inserción conlleva, entre otras funciones, las de conjugar la oferta local de formación ocupacional con la reforma educativa y la formación continua de los trabajadores, estrechando relaciones con las cámaras de comercio, organizaciones empresariales y agentes sociales, a fin de mejorar la organización de la oferta formativa, tanto ocupacional como continuada, y racionalizar el sistema de prácticas en empresas. Todo ello obliga a las municipalidades a adoptar criterios y organizaciones adecuadas para poder asumir esta nueva tarea, propiciando una masa crítica de proyectos de empresas y de iniciativas locales, así como un buen sistema de información que posibilite el poder analizar los problemas, identificar necesidades y conseguir soluciones. ü Potenciar el entorno local El actual panorama económico y social obliga a que las municipalidades no puedan considerarse ajenas a las circunstancias de su territorio en el ejercicio de sus competencias, ya que su acción ejerce una influencia directa sobre la industria local. No hay que olvidar que son las entidades responsables de ciertos servicios como la creación de infraestructuras, suministro de agua, alcantarillado, etc. Los caminos rurales, la creación de suelo industrial y la inserción de la política de transporte intermodal son explícitas manifestaciones de lo que puede realizar la municipalidad en promoción económica en el ámbito específico de las infraestructuras. Hay que: priorizar la construcción de caminos rurales en base a los criterios de importancia estratégica del camino, la intercomunicación entre núcleos rurales y el coste de las obras; ampliar la dotación de suelo industrial a partir de la oferta y la demanda industrial, las potencialidades para desarrollar la implantación de nuevas industrias y específicamente de industrias de transformación de productos endógenos, y las políticas de transporte intermodal que articulan la red de ciudades y los municipios como ejes de comunicación, reequilibrio territorial y accesibilidad de éste. ü Creación de órganos de diálogo social y participación para la formación y el empleo La consolidación de esta estrategia de desarrollo económico tiene como requisito indispensable conseguir el máximo nivel de cooperación entre el sector público y el privado. Este proceso de diálogo y colaboración ha de ir orientado a facilitar un entorno que propicie la innovación permanente, la mejora de la producción y la competitividad del tejido económico. El crecimiento y la ocupación provienen fundamentalmente de las pequeñas y medianas empresas, y por ello merecen una atención especial en las actuaciones de desarrollo local, ya que éstas aportan flexibilidad y capacidad innovadora, a la vez que contribuyen a diversificar la economía y la ocupación. Conseguir una amplia participación de los agentes económicos y fomentar un clima de confianza y consenso son factores determinantes para consolidar una estrategia de desarrollo local. Entre los órganos de diálogo que hay que propiciar por parte de las municipalidades se encuentra el observatorio económico y de empleo local, que tiene como objetivo analizar y difundir los datos sobre las empresas en el mercado de empleo y las calificaciones requeridas sobre los recursos y sobre los grupos sociales con dificultad. Crea, en definitiva, los lazos entre los emisores y los usuarios de informaciones estadísticas y más allá de las actividades de información. Este análisis de las condiciones locales permite también comparar datos con las zonas vecinas. ü Asociacionismo municipal Se trata de una fórmula asociativa absolutamente respetuosa con el principio de autonomía local, puesto que son los propios municipios interesados quienes libremente se mancomunan y deciden acerca del ámbito competencial y organizativo más adecuado del nuevo ente, y a la medida de las necesidades concretas del fin asociativo perseguido. El asociacionismo municipal permite como fórmula organizativa asegurar la pervivencia del municipio como ente representativo, en cuanto que traslada a un ámbito territorial más idóneo la prestación de los servicios municipales. En múltiples ocasiones no coincide el espacio legal del municipio con el que posibilita una área funcional y vertebrada para el desarrollo. Además, existen continuos servicios que requieren de la agrupación de municipios. Por ello, la constitución de nuevas personas jurídicas entre varios municipios para la prestación de una actividad o servicio es una herramienta necesaria, que ha de ser reconocida en las leyes o instrumentos legales que regulan el ámbito local. ü Entes instrumentales Las municipalidades han de asumir la gestión de la promoción económica como un servicio público más, adoptando para ello las modalidades de gestión directa e indirecta. En el primero de los supuestos, nos encontraremos con los gabinetes de promoción económica, departamentos, secciones, etc. En el otro supuesto, el servicio, al disponer de personalidad jurídica para poder operar en el mercado, podrá disponer de la modalidad que le posibilite el marco legal. Algunas figuras han sido consideradas especialmente óptimas para funcionar en esta área; son los entes instrumentales denominados consorcios, sociedades privadas municipales, organismos autonómos, o fundaciones públicas. Por su interés y particularidad, analizaremos los consorcios y las sociedades privadas municipales. a) Consorcios El consorcio, es por tanto, una entidad asociativa, de naturaleza pública local o estatal según determine el ordenamiento legal. Dicha entidad se regirá por sus estatutos, los cuales indicaran el momento constitutivo, objeto, régimen aplicable, organización, financiación, etc. La finalidad del consorcio ha de ser objeto de la competencia o interés de todas y cada una de las entidades consorciadas. Por lo tanto, la competencia es requisito imprescindible para que las administraciones públicas puedan participar en un consorcio. En la medida que el consorcio tenga finalidad de cooperación entre dos o más administraciones públicas, lo normal es que su objeto sea de la competencia compartida o concurrente de estas administraciones. El financiamiento viene establecido en los estatutos, siendo frecuente que una parte de las actividades puedan financiarse con ingresos generados por ellas mismas. b) Sociedades privadas municipales Este tipo de sociedades, al tener como objetivo social la promoción económica local de proyectos empresariales que generan riqueza y empleo para el municipio, contribuyen a la mejora de su infraestructura y servicios, y a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. Se trata de promover actuaciones empresariales que, sin el soporte y la colaboración de la administración local, nunca serían llevadas a cabo por la iniciativa privada, o no se realizarían con el suficiente control público. Y por otro lado, se trata de conseguir para el municipio y para el contribuyente una parte de los excedentes de cualquier actuación empresarial, con el objeto de que reviertan en nuevas inversiones o en una menor presión fiscal municipal. El carácter mercantil de estas sociedades y los objetivos de control público permiten materializar una filosofía de compromiso en la que la iniciativa pública y privada comparten esfuerzos, riesgos y beneficios en la tarea de promoción económica local. Estas sociedades privadas municipales recogen los dos ámbitos: el público y el privado. El público, porque quedan garantizados sus objetivos y evidencia un control eficaz, ya que la Junta General de Accionistas de la sociedad es el concejo municipal y el presidente el Intendente. Y el privado, porque aportan criterios de eficacia y eficiencia a la gestión, ya que estas sociedades deben tener personal cualificado para impulsar objetivos públicos y estar al nivel de la iniciativa privada empresarial, participando con éxito en este tipo de actuaciones y respetando la libre competencia. ü Fortalecer y potenciar el arraigo de los ciudadanos a su territorio. Potenciar la cultura e identidad locales La dimensión económica de la cultura es la que la contempla como un factor de creación de riqueza. Los servicios culturales provocan impactos tanto directos como indirectos en relación a la actividad económica. Asimismo, la cultura puede ser un atractivo más para la promoción turística de un municipio y puede contribuir de manera decisiva a su proyección exterior y al fomento de su actividad productiva. Las municipalidades han de adoptar un papel relevante en las manifestaciones culturales de carácter popular y tradicional, ya que éstas contribuyen a la dinamización social. Sin embargo, y en la medida de lo posible, tienen que ser las entidades y asociaciones ciudadanas las que impulsen las fiestas y actividades de carácter tradicional de los municipios. Las municipalidades tienen que organizar su oferta cultural y potenciar valores como la interculturalidad, la paz, la creatividad, etc. El encuentro de las culturas y de expresiones tecnológicas y artísticas que hoy se producen en nuestras ciudades y municipios es una oportunidad para el enriquecimiento cultural, superador de la segregación social. Otro elemento que podemos enunciar como importante para el fomento de la identidad es que los medios de comunicación de carácter local han de ser capaces de proyectar la actualidad local y difundir la información basada en los hechos locales. Las municipalidades han de disponer de medios capaces, competitivos y profesionalizados, que puedan ser motores y dinamizadores de la vida social, cultural y política de los municipios. Tanto las radios como las televisiones y los boletines locales no necesitan de muchos recursos económicos y pueden ser una escuela de aprendizaje para la juventud del municipio, así como un espacio para fomentar la participación y el asociacionismo de la población. Instrumentos de promoción económica en el territorio La intervención o promoción económica en el territorio exige establecer mecanismos para regenerar las economías locales, promover la innovación y difusión en el territorio, así como políticas de formación que establezcan nuevas cualificaciones profesionales para las nuevas iniciativas y proyectos. ü Centros de empresas para regenerar las economías locales Las nuevas iniciativas y proyectos empresariales pueden desarrollarse mediante un conjunto de servicios integrados, con el objeto de facilitar el proceso de nuevos yacimientos de ocupación -que se han denominado “viveros de empresas”-, que consisten en centros que dan apoyo a los nuevos emprendedores que quieren crear su propia empresa, proporcionándoles ayuda en la materialización de la idea, en la puesta en marcha de un proyecto empresarial y en su desarrollo posterior. Disponen de un espacio físico para la ubicación de proyectos empresariales, servicios de asesoramiento y seguimiento, espacios y servicios comunes y de formación a la gestión empresarial. Tienen como objetivo regenerar las economías locales potenciando el tejido empresarial endógeno, lo que los convierte en un instrumento de promoción económica. Una experiencia europea destacada, es el Centro de Creación de Empresas COVE (Terrasa, provincia de Barcelona). COVE es un importante equipamiento de 3.000 m2 de locales para despachos divididos en espacios o módulos de 100m2 y 30 m2, que puede acoger unas 16 empresas. Este equipamiento es una aportación del Municipio de Terrasa. ü Laboratorio Microbiológico CIAV, S.L. ü Saturno: Talleres de maquetismo y diseño industrial ü Exotic: Envasado de verduras precocinadas al vacío ü Egarvac: Diseño y construcción de maquinaria de envasar al vacío ü Insa: Instalaciones e ingeniería de aguas ü Servicio de intangibles para el sector textil ü Instalaciones de energías pasivas alternativas ü Buro Egara: Agencia de traductores ü Maquinería para la hostelería ü Taller de estampación ü Centros de promoción tecnológica En la actual coyuntura económica, el proceso continuado de innovación tecnológica es fundamental para la competitividad de una empresa. La adecuada utilización de la tecnología es vital no solamente para, aprovechándola, establecer nuevas barreras competitivas (mayor calidad, menor tiempo de respuesta, integración de procesos o productos manufacturables de otra forma), sino también para evitar la obsolescencia. No se trata de un proceso de innovación para la mejora, sino para el simple mantenimiento. Este proceso de innovación tecnológica es complejo, especialmente para, pequeñas y medianas empresas. Por ello, es necesaria la existencia de estructuras de enlace entre proveedores de tecnología y usuarios. Este papel es clave para el proceso de innovación racional adecuado, sin inversiones no rentabilizadas y con un máximo aprovechamiento. La existencia y buen funcionamiento de estas estructuras no es condición suficiente, pero sí necesaria. El conocimiento que el municipio tiene de lo local, la articulación de los recursos propios, las competencias tradicionales (la municipalidad como inversor en obra pública e infraestructura) y las nuevas actividades en favor de la economía local, lo convierten en uno de los factores claves para el apoyo a las innovaciones tecnólogicas, la creación de centros de empresa, institutos y parques tecnológicos, etc. Adopta distinto papel y función según sus características, ámbito territorial, población, etc., o sea, desde animador y colaborador con los agentes privados hasta promotor o iniciador de la idea o proyecto. ü Formación Los centros complementan sus actividades con la formación continuada para personal en activo en la empresa, y la formación ocupacional convencional, con seminarios y cursos o mediante actividades tales como la formación a distancia, la creación de materiales multimedia para el autoaprendizaje, la formación a medida en la propia empresa, y los foros con participación de proveedores, asesores y las propias empresas. Políticas de formación La formación constituye un recurso fundamental para el desarrollo. Éste puede ser integrado y sostenido y ha de basarse en la formación y cualificación de sus recursos humanos. Nuevas necesidades reclaman nuevas cualificaciones. Esto requiere traducir las necesidades de desarrollo en oportunidades de empleo mediante cierta especialización de los recursos humanos pero, además, hay que aplicar nuevas capacidades basadas, precisamente, en la desespecificación y la polivalencia de esos recursos y, por tanto, en la apropiación de aquellas capacidades básicas que permitan “aprender a emprender”. Asimismo, hay que promover la creatividad y la innovación y ayudar a dinamizar los recursos existentes en el entorno. El espacio local constituye un lugar cualificado para impulsar iniciativas en favor de la formación para el desarrollo. La mayor implicación de los agentes institucionales, económicos y sociales en el ámbito local, a través de la concertación, contribuye a reducir los plazos de percepción de las nuevas cualificaciones a promover, que son siempre más reales. Permite, asimismo, el desarrollo de aquellas capacidades que sitúan los conocimientos adquiridos en una perspectiva de valoración económica, innovación y creatividad, en definitiva, de validación social. Constituye también un punto de partida para transformar una idea en actividad, dando lugar a la creación de sinergias positivas en favor del desarrollo y la dinamización empresarial. No se trata de que todos desarrollen las capacidades de empresa, pero la capacidad para el avance tecnológico dependerá de este activo que es la capacidad para el cambio que se sustenta en los recursos humanos. A medio camino entre la empresa y la administración educativa, las iniciativas locales de formación tienen la capacidad de incorporar a las cualificaciones otra lógica, la del desarrollo, y no sólo la de la eficiencia productiva. Su inserción en el sistema educativo permite, a su vez, entender la formación mediante aquella polivalencia que hace que innovación y cualificación no constituyan una mera adaptación a las necesidades de la industria, donde su utilidad inmediatamente, pudiera desembocar a medio plazo en obsolescencia e inadaptación. En este mismo sentido, la formación ocupacional, orientada de manera decidida a conseguir la inserción de colectivos sociales específicos en el mercado de trabajo y la cualificación de mano de obra ocupada, juega un papel de primer orden para el desarrollo y la recuperación del mercado laboral. La detección de las necesidades formativas se revela como el mecanismo idóneo para dar una respuesta a las necesidades formativas y de cualificación planteadas en el mundo del trabajo, y es lo que va a permitir una oferta educativa adaptada a las necesidades del mercado laboral que permita trayectorias ocupacionales y de inserción social. Entre los tipos de iniciativas podemos mencionar los cursos y talleres de formación empresarial, los centros de actividades formativas no regladas (como red de enseñanza no reglada para la formación ocupacional), y la recuperación de oficios y cualificaciones tradicionales. ü Escuela-taller En esta escuela, la formación se orienta al conocimiento del oficio y a una formación básica, va dirigida a la preparación de jóvenes en diversos oficios mediante una educación globalizada e integrada que facilite su reinserción laboral. Se pretende dotar a los jóvenes de la facultad de “aprender a aprender”, a fin de que sean capaces de desarrollar una formación permanente que les permita mantenerse al día en sus conocimientos, conservar su puesto de trabajo y promocionarse. ü Agencia de desarrollo local Las agencias de desarrollo son entidades de promoción económica que surgen de los poderes públicos tanto regionales como locales, y que abarcan frecuentemente un territorio superior al de los municipios. Agentes de desarrollo local Son actores sobre el terreno que tienen una clara función innovadora y que se concretan en tener que descubrir nuevas respuestas a las necesidades sociales. Conclusiones La necesidad de afrontar la reestructuración productiva económica que está acaeciendo internacionalmente, con las consiguientes desarticulaciones de las sociedades locales, obliga y conlleva a dar una respuesta desde las iniciativas locales, es decir, a efectuar una nueva estrategia de desarrollo “desde abajo” que valore el territorio como un espacio geográfico delimitado por una comunidad de intereses. Ha de ser un espacio para las prácticas sociales, un espacio económico con identidad social e histórica y con un potencial solidario interno para desarrollar el empleo. Su movilización constituye un factor imprescindible, los recursos humanos el elemento motor, y su articulación el éxito de las iniciativas locales. Uno de los actores importantes de estas iniciativas locales son los gobiernos municipales, quienes como instancia primera de gobierno tienen que responder a las ingentes demandas de la población, que cada vez sufre más precarias condiciones de vida, lo que irremediablemente les obliga a asumir los cambios y desafíos de la reestructuración productiva y estatal. El conocimiento que el municipio tiene de lo local, la articulación de los recursos propios, las competencias tradicionales y las nuevas actividades en favor de la economía local, posibilitan la coordinación interna, y la gestión de planes y políticas de otras administraciones superiores en sintonía con la programación municipal, así como la colaboración intercomunal o regional. Asimismo, la municipalidad debe constituir una pieza clave en el proceso de concertación local con las organizaciones representativas de los trabajadores, movimientos de economía social, movimientos ciudadanos, etc. Con este nuevo planteamiento las municipalidades han de adoptar un papel de liderazgo en las iniciativas locales, impulsando los factores que potencian un desarrollo endógeno y “desde abajo”, a partir de las necesidades y las potencialidades, propiciando la generación de empleo, el acceso al progreso tecnológico para las pequeñas y medianas empresas locales, la identidad y la cultura local, etc. Todo ello, con el objetivo de configurar políticas de desarrollo “desde abajo”, redefiniendo los viejos postulados de crecimiento, modernización y progreso. Sin embargo, la municipalidad aún es débil y carece de la institucionalidad e instrumentos adecuados para ejercer estos nuevos desafíos, siendo necesario que no sólo dispongan de un reconocimiento teórico de la autonomía, sino que ésta se plasme en la práctica mediante competencias, recursos suficientes y personal cualificado para la materialización de las políticas propias de servicios públicos. La municipalidad tiene que ser además parte integrante de la organización territorial del Estado y, por lo tanto, referente territorial para la prestación de las funciones estatales que requieren este nivel de proximidad. Una íntima coordinación de la actuación municipal con otras administraciones para la prestación de los servicios públicos, y la identificación del rol de la administración central para asegurar el financiamiento de los servicios en el territorio, son dos requisitos necesarios para la vertebración de la municipalidad en el Estado. En consecuencia, las municipalidades, como parte del Estado y del sistema nacional, tienen que adoptar una forma de gobernar que tenga en cuenta el contexto global y las nuevas áreas o temas en las que tienen que intervenir, propiciando una redistribución del poder entre la sociedad y el Estado, otra manera de hacer política y una cultura que transforme los modos de hacer “verticales” en “horizontales”, y donde los gobiernos locales complementen su dimensión representativa con la participativa.
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